26 de noviembre de 2025
La suplantación de jugadores: un problema de orden público… y un sistema lleno de grietas
La reflexión de Carlos Lalanda es acertada en un punto: la suplantación de jugadores es un problema de orden público. Pero la cuestión no termina ahí. Lo que está fallando no es únicamente la actuación del defraudador, sino un ecosistema regulatorio lleno de agujeros, donde la propia Administración ha construido un sistema que permite —y en ciertos casos incentiva— este tipo de situaciones. El discurso oficial habla de “detección temprana” y “herramientas avanzadas de IA”. Sin embargo, la realidad operativa muestra que esa inteligencia artificial solo funciona en una dirección: proteger el modelo de negocio, jamás al jugador.
La IA no es una herramienta de protección: es un mecanismo de control económico
Se nos dice que la IA sirve para detectar “comportamientos de riesgo”, pero cualquiera que trabaja en el sector sabe que el verdadero riesgo que se monitoriza es el riesgo económico para el operador. Ejemplos sobran: * Jugadores vetados en locales físicos que ni siquiera pueden cobrar boletos premiados con fecha anterior a su exclusión. * Restricción de acceso automatizada basada en patrones que nadie puede auditar. * Bloqueos preventivos cuando hay ganancias, pero no funciona igual cuando hay pérdidas cuando. Si ese es el “juego responsable”, la IA no está protegiendo al jugador: está blindando un modelo que se acerca peligrosamente a una práctica comercial desleal y opaca.
El verdadero descontrol: ingresos de terceros, autoexcluidos que sí pueden depositar
Aquí está la contradicción estructural que nadie quiere mencionar: * Se permite ingresar en muchas ocasiones dinero desde medios de pago que no son del titular de la cuenta. * Pueden depositar incluso jugadores autoexcluidos en muchas ocasiones, porque el control no está en el ingreso, sino en el cobro. Y entonces ocurre la gran incoherencia jurídica: * Si un autoexcluido gana → se le quita el premio por estar autoexcluido. * Si un autoexcluido pierde → no pasa absolutamente nada. Una Administración diligente habría cerrado esta brecha hace años. Pero no: la carga solo recae sobre el jugador, nunca sobre la arquitectura del sistema. Esto, desde una perspectiva de derecho público, es insostenible: no puede existir un régimen sancionador unilateral donde el operador nunca responde por permitir la participación y solo actúa cuando hay un premio en juego.
La IA que hoy se promueve en el juego online no es una herramienta de protección social: Es una herramienta de gestión económica concebida para minimizar riesgos para el operador y maximizar ingresos, mientras la Administración mira hacia otro lado en los fallos que sí comprometen al jugador.

