3 de octubre de 2025

Juego público vs. juego privado: la doble moral de la ludopatía en España

En España parece que la ludopatía solo existe en el juego privado online. Allí se aprueban resoluciones, algoritmos y limitaciones que controlan hasta el último movimiento del jugador. Mientras tanto, el juego público –loterías, quinielas, ONCE, rascas– se promociona sin pudor, sin límites y sin controles reales.

La pregunta es clara: ¿la ludopatía solo cuenta cuando el dinero no acaba en las arcas del Estado?

El jugador “bien recibido” en lo público y “sospechoso” en lo privado


  • En el juego estatal no hay límites de gasto: puedes arruinarte comprando boletos de lotería o rascas sin que nadie te pregunte por tu origen de fondos.

  • En el juego privado, cada euro que apuestas te pone bajo sospecha: algoritmos, cierres de cuentas, bloqueos de premios.

El resultado es una contradicción brutal: el perdedor siempre es bien recibido (porque alimenta el sistema), pero el ganador es señalado como un problema.

¿Qué significa realmente “proteger al jugador”?

Se vende la idea de protección con medidas restrictivas al juego privado, pero la realidad es otra:

  • El que pierde puede seguir sin freno, tanto en público como en privado.

  • El que gana en el privado encuentra obstáculos, bloqueos e incluso la necesidad de acudir a los tribunales para cobrar lo suyo.

  • En lo público, no hay límites ni prohibiciones: puedes gastarte miles de euros en décimos, rascas o apuestas deportivas del Estado, y nadie lo vigila.

La protección, así planteada, es selectiva. No se protege al jugador, se protege el negocio.

La gran paradoja: el origen de fondos

Uno de los pilares de la regulación privada es el control del origen de fondos: depósitos, trazabilidad, verificación de identidad.
En el juego público, en cambio, puedes entrar en un kiosco con efectivo y salir con cientos de boletos sin que nadie te pida nada. El riesgo de blanqueo y endeudamiento está ahí, pero se mira hacia otro lado.

El sistema creado: ganar o perder, pero siempre atado

Conviene decirlo claro: el sistema está diseñado para que todos ganen, menos el jugador.

  • Ganan las casas privadas, que limitan al ganador.

  • Gana el Estado, que se queda con todo lo recaudado en el juego público.

  • Y el jugador, cuando gana en privado, necesita un abogado para cobrar.

Quien se registra en una casa privada debe tenerlo claro: o pierdes, o si ganas tendrás que luchar por tu dinero. Si no eres consciente de esto, lo mejor es que no entres: este sistema no está pensado para protegerte, sino para alimentarse de ti.

Conclusión: ¿quién protege al jugador?

La verdadera hipocresía del sistema español está en que se demoniza el juego privado y se santifica el juego público, cuando en realidad ambos pueden generar ludopatía. La diferencia es quién se queda con el dinero.

El mensaje debería ser transparente: si de verdad hablamos de juego responsable, que sea en todos los frentes. Pero mientras tanto, la realidad es esta: en lo privado eres vigilado y limitado, y en lo público puedes arruinarte sin que nadie te pare.

Si apuestas en el sector privado, recuerda: puedes perder y nadie dirá nada; puedes ganar y necesitar un abogado para cobrar. Esa es la auténtica regla del juego en España.

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